FALLECIÓ UN AMIGO: CÉSAR OLLERO

César Ollero presentando uno de sus escudos en una de sus últimas visitas a la Federación.

La Comisión Directiva de la Federación de Sociedades Gallegas expresó su hondo pesar por el fallecimiento de un amigo dilecto: el destacado dirigente César Ollero, quién nos dejó el último lunes 4 de mayo, tras una larga vida de lucha y compromiso con los derechos de los trabajadores, los derechos humanos y la dignidad. 

Libró una dura lucha contra la enfermedad que lo afectaba, pese a lo cual seguía con la misma ilusión de siempre, y con las ganas intactas de lograr que se esclarezca y se haga justicia por el secuestro y desaparición de su hija, Inés Ollero, ocurrido el 19 de julio de 1977 en un operativo ejecutado por la Marina. 

César Ollero había nacido en febrero de 1920 en Ourense, y hacia fines de ese año su familia campesina decide emigrar a Buenos Aires. De muy joven comienza a trabajar en una empresa metalúrgica, donde se vincula con anarquistas, comunistas y socialistas, que integraban la comisión interna. 

Electo delegado, mostró sus condiciones como dirigente y destacado orador. Fue dirigente metalúrgico y actuó en la Confederación General del Trabajo (CGT). También tuvo una activa participación durante el desarrollo de la Guerra Civil Española, encabezando campañas de solidaridad entre los trabajadores para con los combatientes republicanos. Fiel a esos principios, fue un asiduo concurrente a las múltiples actividades culturales que desarrollaba nuestra institución y un colaborador incansable. 

Consecuencia de su compromiso, sufrió persecución y detenciones. En 1943, estuvo preso en la Sección Especial de Represión al Comunismo del Departamento de Policía. Trasladado a la Isla Martín García, compartió prisión durante dos años con Normando Íscaro, José Peter y Pedro Chiaranti. Ese lugar se convirtió en una verdadera universidad política, con grandes intelectuales que daban clases a los reclusos. Ollero aprovechó la ocasión para escribir un pequeño libro destinado a la formación sindical y política de los obreros. 

Recuperada su libertad y habiendo perdido el trabajo por estar en una lista negra, cambia de ocupación y se dedica al mundo empresarial, donde se desempeñó con singular éxito. 

En 1969, ante el clima político de lucha que imperaba en el país contra la dictadura de Onganía, Ollero retoma su militancia, al tiempo que su hija Inés se suma a las filas de la Juventud Comunista. Años después, es secuestrada el 19 de julio de 1977 en un operativo encabezado por la Marina y llevada al centro de detención y tortura clandestino que funcionaba en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). 

Desde ese instante, nuestro querido compañero dedica todos los días de su vida a la búsqueda de su hija desaparecida. Denuncia este aberrante episodio ante organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), las que exigen la inmediata investigación del suceso. 

Su investigación le permite reconstruir cada instante del operativo militar con el aporte testimonial de los pasajeros y el conductor del colectivo en el que viajaba su hija, confirmando la actuación de hombres de la Marina en el secuestro y posterior desaparición. 

Con esos datos y tras una dura batalla judicial, logra que la entonces Corte Suprema de Justicia de la Nación acepte el pedido de habeas corpus, el 24 de abril de 1978. Incluso consigue entrevistarse con el contraalmirante Rubén Jacinto Chamorro, jefe de la ESMA. 

Su ardua tarea en procura de lograr justicia ante este aberrante episodio, lleva a César Ollero a prestar testimonio en el Juicio a las juntas militares, en 1985. 

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